El estrés sostenido afecta no solo el estado de ánimo, sino también la salud integral. Por eso, distintos especialistas en neurociencia y psicología proponen técnicas accesibles y efectivas para regular el sistema nervioso y mejorar la calidad de vida. Las recomendaciones apuntan a prácticas cotidianas que favorecen el equilibrio emocional y físico.

Una de las herramientas más mencionadas es la respiración consciente. Técnicas como la respiración diafragmática o el método 4-7-8 ayudan a reducir la actividad del sistema simpático, asociado al estrés, y activan el parasimpático, que promueve la relajación. Complementariamente, actividades como caminar al aire libre, meditar o practicar yoga también contribuyen a este proceso de autorregulación.

La conexión social es otro eje clave. Mantener vínculos afectivos y sentirse acompañado mejora la respuesta inmunológica y reduce los niveles de cortisol. Del mismo modo, el contacto físico —como abrazos o masajes— activa zonas del cerebro relacionadas con el bienestar. Sumado a esto, establecer rutinas de descanso y limitar el uso de pantallas antes de dormir ayuda a consolidar un buen sueño reparador.

Otro consejo recurrente es prestar atención al cuerpo: estiramientos suaves, baños de agua caliente, e incluso la práctica de la gratitud diaria pueden ser aliados para bajar el nivel de alerta. Además, evitar la multitarea excesiva y priorizar momentos de descanso mental son estrategias simples pero efectivas.

Regular el sistema nervioso no depende de grandes intervenciones, sino de pequeñas decisiones diarias que impactan en la forma en que se responde al mundo. Aprender a escucharse y aplicar estos recursos puede marcar una gran diferencia en la salud integral.