El primer candidato a concejal de La Libertad Avanza en Lanús, Ignacio “Nacho” Moroni, es uno de los candidatos más controversiales de estas elecciones. Fue randazzista, luego larretista, hoy libertario, y en el balotaje presidencial llamó a votar por Sergio Massa, el mismo al que Milei acusa de destruir la economía argentina.

Hijo de la actual concejal libertaria Mariana Ayesa, con pasado en el Frente Renovador, Moroni se convirtió en un caso de estudio de “acomodo político”. Su historial lo aleja de cualquier idea de renovación: es un heredero de la casta, que salta de espacio en espacio según la conveniencia del momento. 

En el plano local, su candidatura despertó tensiones dentro de La Libertad Avanza Lanús. Algunos militantes cuestionan que se le haya otorgado el primer lugar en la lista, desplazando a referentes que venían trabajando desde la fundación del espacio. Otros señalan que su apellido y su vínculo familiar con Ayesa fueron determinantes para asegurarse un puesto expectante, en un distrito clave del sur del conurbano.

La historia política de Moroni es también un reflejo de una dinámica más amplia: la facilidad con la que ciertos actores se mueven entre partidos y coaliciones, adaptando su discurso a la coyuntura. De Randazzo a Larreta, de Larreta a Milei, y finalmente, en el momento decisivo, el guiño a Massa. Para muchos, un salto demasiado grande como para ser explicado por la mera “libertad de pensamiento”; para otros, la confirmación de que, más allá de las etiquetas partidarias, sigue imperando la lógica de conservar un lugar cerca del poder.

Mientras tanto, el electorado libertario de Lanús enfrenta un dilema: respaldar a un candidato que en los papeles representa el cambio, pero en la práctica encarna las viejas prácticas de la política tradicional, o buscar nuevas figuras que realmente expresen la ruptura con el pasado que Milei prometió.