La economía argentina atraviesa un año complejo marcado por la búsqueda de estabilidad macroeconómica y la necesidad de recuperar la confianza de los mercados. Según datos del INDEC, durante el primer semestre de 2025 el Producto Bruto Interno (PBI) mostró una leve contracción del 0,8% en comparación con el mismo período del año anterior, reflejando el impacto de la inflación persistente y la caída del consumo interno. Sin embargo, algunos sectores como el agroexportador y la industria energética mostraron señales de recuperación, impulsados por un aumento de la demanda externa.
La inflación sigue siendo uno de los principales desafíos. En los primeros ocho meses del año, el índice de precios al consumidor acumuló un incremento del 105%, según cifras oficiales. Aunque este ritmo es menor al registrado en 2024, continúa afectando el poder adquisitivo de los hogares. El Gobierno implementó medidas de control fiscal y monetario para desacelerar la suba de precios, pero los economistas advierten que será necesario consolidar un plan integral que incluya incentivos a la producción y mayor previsibilidad en el tipo de cambio.
El mercado laboral mostró un comportamiento mixto. El desempleo se ubicó en 8,9% durante el segundo trimestre, según el INDEC, lo que representa una leve mejora respecto al año pasado. Sin embargo, la informalidad laboral sigue siendo elevada, alcanzando al 35% de los trabajadores. El crecimiento de sectores como la tecnología y la economía del conocimiento ha generado nuevas oportunidades, aunque no logra compensar las dificultades de la industria tradicional y el comercio minorista.
En el plano externo, las exportaciones crecieron un 7% en lo que va de 2025, impulsadas principalmente por el complejo agroindustrial y la producción de litio. Este último rubro se ha convertido en un motor clave para la economía, con inversiones que superaron los 2.500 millones de dólares en los últimos 12 meses. Sin embargo, las importaciones también aumentaron, especialmente en energía y bienes intermedios, lo que mantuvo la balanza comercial con un saldo moderado y presionó las reservas del Banco Central.
El frente fiscal continúa siendo una preocupación central. Durante el primer semestre, el déficit primario se ubicó en 1,4% del PBI, con una reducción respecto al año anterior debido a la disminución de subsidios energéticos y la mejora en la recaudación. A pesar de este avance, los analistas destacan que la sostenibilidad de las cuentas públicas dependerá de la capacidad de impulsar el crecimiento económico sin recurrir a un aumento excesivo de la presión impositiva.
De cara a los próximos meses, la economía argentina enfrenta el desafío de consolidar una recuperación gradual en un contexto de alta incertidumbre. La clave estará en combinar políticas de estabilización con medidas que incentiven la inversión y la generación de empleo formal. Si bien el camino es complejo, el potencial de sectores estratégicos como la energía, la minería y la tecnología ofrece una base sobre la cual construir un crecimiento más sostenido en el mediano plazo.





