La economía argentina atraviesa un escenario de transición, con indicadores que muestran una tenue recuperación en algunos sectores productivos mientras el consumo masivo y el poder adquisitivo continúan en terreno negativo. Según los últimos datos del INDEC, la actividad económica creció un 0,4% en agosto respecto de julio, aunque todavía acumula una caída interanual del 2,8%.
El repunte se explica principalmente por el desempeño de la industria manufacturera y el sector agropecuario. La producción industrial mostró un incremento mensual del 1,2%, impulsado por la mejora en la fabricación de maquinaria agrícola y el repunte de la industria automotriz. Sin embargo, ramas como la textil y la alimenticia continúan mostrando retrocesos debido a la caída en la demanda interna.
En contraste, el consumo minorista sigue en niveles históricamente bajos. Un informe de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME) reveló que las ventas en comercios pymes se redujeron un 5,9% interanual en septiembre, lo que marca el décimo mes consecutivo de descenso. La pérdida de poder adquisitivo, la inflación acumulada superior al 140% anual y las tasas de interés reales negativas son factores que explican esta contracción.
El frente inflacionario sigue siendo el principal desafío macroeconómico. De acuerdo con el relevamiento de expectativas del Banco Central, el mercado proyecta una inflación del 165% para diciembre, aunque algunos consultores advierten que el ritmo mensual de aumentos podría comenzar a desacelerarse hacia fin de año si se mantiene el control cambiario y la moderación en los precios regulados.
En materia fiscal, el Gobierno nacional informó que el déficit primario de septiembre fue equivalente al 0,3% del PBI, una mejora respecto al mes anterior gracias a la reducción del gasto en subsidios energéticos y la recaudación extraordinaria del impuesto PAIS. No obstante, la sostenibilidad del ajuste dependerá de la evolución del tipo de cambio y del precio internacional de la energía durante el verano.
El sector externo, en tanto, mostró un leve superávit comercial de USD 430 millones en septiembre, producto de una caída más pronunciada en las importaciones que en las exportaciones. La normalización del flujo agroexportador tras la sequía permitió cierta recomposición de reservas, aunque el Banco Central continúa con una política de intervenciones moderadas para evitar presiones en el mercado cambiario paralelo.
De cara al último trimestre del año, los analistas económicos coinciden en que la economía se mantiene frágil, pero con algunos signos incipientes de estabilización. La clave, advierten, estará en sostener la consistencia fiscal y monetaria sin deteriorar aún más la actividad ni el ingreso real de los trabajadores. En ese equilibrio fino se juega la posibilidad de iniciar 2026 con expectativas de crecimiento moderado, aunque todavía condicionadas por la dinámica inflacionaria.





