En tiempos de crisis económica, varios restaurantes de Buenos Aires eligen la solidaridad como forma de conectar con la gente. Iniciativas que regalan platos calientes o invitan a comer gratis generan largas filas, emoción y una nueva forma de marketing.
En el barrio de Congreso, el dueño del restaurante Shanghai Express colocó un cartel que decía: “Hoy no importa la plata, importa la comida”. Ofrecía fideos gratis a quien lo necesitara y la propuesta se volvió viral en redes, con cientos de mensajes de agradecimiento. Otras marcas gastronómicas siguieron el ejemplo, entre ellas KOI Dumplings, que llevó su carrito japonés itinerante a plazas y calles para regalar ramen, logrando una gran repercusión.
Según sus creadores, la idea no fue vender, sino invitar. En tiempos difíciles, ofrecer un plato caliente se transformó en un gesto de contención. La respuesta fue inmediata: largas filas, videos compartidos y un fuerte sentido de comunidad. La acción no solo mejoró la imagen de la marca, sino que conectó con el ánimo social de un país en ajuste.
En medio de la baja del consumo y el encarecimiento de la vida diaria, estudios recientes muestran que los argentinos priorizan a las marcas que muestran empatía por sobre las que ofrecen grandes descuentos. Se valora más lo genuino que lo espectacular. Cafeterías, supermercados y pequeños locales suman acciones solidarias, desde refills gratuitos hasta promociones simbólicas que buscan acompañar a la gente.
Este fenómeno, definido por los expertos como “guerrilla emocional”, reemplaza la publicidad tradicional por gestos simples y reales. En lugar de vender experiencias, las marcas vuelven a ofrecer algo básico pero poderoso: cercanía, humanidad y comida compartida. En las calles, esos gestos se sienten como una forma de esperanza.






