Con gran parte del mundo ya mirando hacia el Mundial 2026 en Norteamérica, algunas figuras de élite del fútbol internacional transitan por fuera del torneo más importante. En esta edición, al menos diez nombres que suelen brillar en clubes europeos y selecciones no podrán participar por diversas razones: eliminación de sus países en las eliminatorias o quedarse fuera del repechaje internacional.

Entre los jugadores que no estarán figuran el arquero costarricense Keylor Navas, ganador de tres Champions League, quien quedó fuera tras la eliminación de Costa Rica. También el georgiano Khvicha Kvaratskhelia, pieza clave del París Saint-Germain, que no pudo evitar que su selección sumara apenas tres puntos en seis partidos y quedara relegada. Otro caso es el húngaro Dominik Szoboszlai, que pese a liderar en varias instancias a su país, no consiguió superar la fase de grupos.

Quizás menos esperadas por su proyección internacional son las ausencias de jugadores como el esloveno Jan Oblak, arquero del Atlético de Madrid; el austriaco Benjamin Sesko, delantero fichado recientemente por Manchester United por una cifra millonaria; el nigeriano Victor Osimhen, goleador del Galatasaray; y el extremo Ademola Lookman de Atalanta, entre otros. Además, jugadores de países africanos como el guineano Serhou Guirassy y el gabonés Pierre‑Emerick Aubameyang tampoco competirán al más alto nivel mundialista debido a las complicadas rutas de clasificación en sus continentes.

Este fenómeno representa mucho más que una lista de ausentes: señala cómo, incluso en un deporte en el que lo colectivo predomina, los destinos individuales pueden verse condicionados por factores externos al rendimiento personal. Equipos con jugadores de nivel top pueden caer en grupos difíciles o ante selecciones emergentes; la presión de la clasificación, la estructura de los torneos y el rendimiento en momentos clave se convierten en determinantes de presencia o ausencia.

Para el Mundial 2026, donde se espera un formato ampliado, la falta de estas estrellas implica un cambio de escenario: habrá nuevos rostros, selecciones que podrían aprovechar la ausencia de nombres consagrados y equipos diseñados para sorprender sin depender de figuras mediáticas. Al mismo tiempo, para los jugadores mencionados, queda la frustración de perder la oportunidad de participar en el evento más grande del fútbol, así como el motorizador del deseo de revancha para el ciclo que viene.

En definitiva, la ausencia de estas diez figuras marca una edición distinta del torneo, en la que el equilibrio, la sorpresa y la dinámica colectiva pueden imponerse ante el protagonismo de los grandes nombres.