Rusia ejecutó en la madrugada un ataque coordinado de gran escala contra múltiples regiones de Ucrania, dirigido especialmente a instalaciones energéticas críticas. La ofensiva, que combinó drones kamikaze y misiles de largo alcance, dejó al menos seis muertos y varios heridos, además de daños significativos en la red eléctrica y en edificios residenciales.

Las explosiones se escucharon en Kyiv y en otras ciudades del centro y este del país, donde las defensas aéreas trabajaron para interceptar la mayor cantidad posible de proyectiles. Sin embargo, parte del ataque logró atravesar los sistemas ucranianos y provocó incendios, apagones y daños estructurales que complican la vida de miles de personas en pleno invierno.

Según autoridades locales, varias plantas de energía, subestaciones y líneas de transmisión fueron alcanzadas, lo que generó cortes de luz generalizados y obligó a activar generadores de emergencia. En algunos distritos, la caída del servicio también afectó el suministro de calefacción y agua caliente, lo que incrementa el nivel de vulnerabilidad de la población ante las bajas temperaturas.

El gobierno ucraniano calificó el ataque como un intento directo de Rusia por “desestabilizar el funcionamiento del país desde adentro”, golpeando servicios esenciales para erosionar la moral social. Este tipo de ofensivas, centradas en la infraestructura civil, se repite desde los primeros meses de la guerra, pero en cada temporada invernal adquieren mayor gravedad por las condiciones climáticas.

Equipos de rescate continúan trabajando entre escombros para localizar a posibles sobrevivientes, mientras que ingenieros y técnicos del sector energético se encuentran desplegados en todo el país intentando restablecer el servicio. La prioridad inmediata es restituir la electricidad en hospitales, refugios y zonas residenciales densamente pobladas.

El ataque se da además en un contexto de alta tensión diplomática, en el que cualquier escalada sobre infraestructura crítica puede afectar las negociaciones internacionales en curso. Las autoridades ucranianas aseguraron que responderán “con firmeza” y reiteraron la necesidad de reforzar sus sistemas de defensa aérea.

En definitiva, el bombardeo no solo representó una ofensiva militar de gran magnitud, sino también un golpe directo a la vida cotidiana de millones de ucranianos. Un recordatorio de que, en esta guerra, la energía y el invierno se han convertido en campos de batalla tan decisivos como el frente militar.