A más de dos décadas de la tragedia de República Cromañón, el dolor sigue intacto para quienes perdieron a sus seres queridos aquella noche. Una mujer relató cómo una invitación a último momento y un llamado de madrugada marcaron para siempre su vida, tras la muerte de su hermano y de su sobrina en el incendio que conmocionó al país.
Según contó, la salida al recital no estaba planificada. Fue una decisión tomada casi de manera improvisada, sin imaginar que sería la última vez que vería con vida a ambos. Horas después, en plena madrugada, recibió el llamado que nadie quiere atender: la confirmación de que su hermano y su sobrina se encontraban entre las víctimas fatales.
El testimonio reconstruye no solo el momento de la tragedia, sino también las horas posteriores, atravesadas por la desesperación, la búsqueda en hospitales y la angustia de una espera que terminó en la peor noticia. “La vida se partió en dos”, describió al recordar ese instante que aún hoy permanece grabado con nitidez.
Con el paso del tiempo, el dolor no desapareció. La mujer explicó que el duelo se transformó en una forma de memoria permanente y en una necesidad de mantener vivo el reclamo de justicia. Cromañón, sostuvo, no es solo un recuerdo del pasado, sino una herida abierta que sigue interpelando a la sociedad.
Cada aniversario reactiva la ausencia y el recuerdo de quienes no volvieron. Para las familias, la tragedia no terminó aquella noche: continúa en cada fecha, en cada nombre pronunciado y en la convicción de que la memoria es la única forma de que el dolor no sea en vano.






